- Las veredas son para los peatones. Si debo subir a la vereda, me bajaré de la bici y caminaré tranquilamente con ella a mi costado.
- No por ir más rápido en bici llegaré antes a mi lugar de destino.
- Privilegiaré calles con poco tráfico e, idealmente, sin micros.
- Ojo con los peatones que cruzan la calzada: son, por lejos, el mayor peligro para los ciclistas y la principal causa de accidentes. Cruzar intempestivamente a mitad de cuadra es deporte nacional.
- Si me gusta andar en bicicleta escuchando música con audífonos, por mi propio bien y el de los demás, pedalearé en casa en una bici estática.
- Si al llegar a una luz roja o una esquina hay otro ciclista esperando antes que yo, me colocaré detrás de él o ella. Respeto. Al igual cuando uno espera el ascensor.
- Ocuparé casco en la ciudad. Lo dice la ley chilena.
- En invierno, la clave es cubrirse bien las orejas y las manos.
- En la calzada (calle) tienes los mismos derechos que un auto o una moto, no te pegues tanto a la cuneta, ocupa tu pista con prestancia y personalidad.
- Sonríe, la ciudad se disfruta 1000 veces más arriba de una bicicleta.
jueves, 30 de agosto de 2012
Decálogo del buen pedaleo santiaguino (versión 2012)
jueves, 23 de agosto de 2012
A la pega en bici
"...y, ¿cómo lo haces?" "¿Qué complicado, no?" "¿Y en verano, llegas todo transpirado?" "Tienes ducha en la oficina?" "¿Y la pendiente?"
Clásicos comentarios que me ha tocado escuchar desde que hace 14 meses decidí utilizar una bicicleta Oxford Retropolitan 2854 (AKA "Margot") para ir a trabajar diariamente al centro. Originalmente, eran 3.5 kms., que cubría en 17 minutos aprox. Desde abril de este año, la distancia se duplicó (7 kms.), y hoy me toma entre 30-35 minutos de bajada y entre 38-42 minutos de subida.
Si ocupara el Metro, quizás demoraría menos. Un poco menos. 20 minutos en total, quizás. Pero el Metro de Santiago, especialmente a las horas puntas (y en verano), puede convertirse en una jaula sofocante que trato de evitar. Aburrido de que los buses del Transantiago pasaran frente al paradero sin detenerse, y cansado de observar cómo la evasión era pan de cada día, la bicicleta apareció como la alternativa perfecta. Y así ha sido.
Respecto a los prejuicios, esos que aparecen como preguntas al principio... si se dan cuenta, todos los "inconvenientes" planteados -por mis amigos y conocidos- son absolutamente superables y llevaderos, con un poco de esfuerzo y voluntad. Nada es tan terrible. Por ejemplo, ítem ropa... decidí dejar un par de tenidas (chaquetas, pantalones y zapatos) permanentemente en la oficina. Así, me muevo en una pinta más cómoda para pedalear, y tampoco transpiro las camisas. Cada día me llevo una camisa en un bolso lateral que me cuelgo al hombro. ¿Y en verano? Simple. Polera dri-fit, pantalón hasta la rodilla y un casco liviano con más aberturas que permita pasar el aire... se transpira igual, pero nada que no se pueda superar teniendo una toalla de mano en un cajón. Y listo! El resto son estructuras mentales que -lamentablemente- nos auto-bloquean.

Creo que cada vez serán más los santiaguinos que decidan dejar el auto y se dejen cautivar por la bici en trayectos urbanos menores a 10 kms. Ese kilometraje es la distancia más larga sugerida para moverse en bici por la ciudad. ¿Y el desnivel? Entre Tobalaba y La Moneda, la diferencia de altitud es sólo de 60 mts., por lo que la subida no es excusa. En todo caso, si la autoridad aumentara y mejorara las ciclovías existentes, claramente, la situación ya no se vería tan "sacrificada" y pasaría a ser mucho más "amigable" para quienes deciden irse a la pega en bici en este Santiago del siglo XXI.
Un abrazo a los actuales y a los/las futuro/as compedales.
Clásicos comentarios que me ha tocado escuchar desde que hace 14 meses decidí utilizar una bicicleta Oxford Retropolitan 2854 (AKA "Margot") para ir a trabajar diariamente al centro. Originalmente, eran 3.5 kms., que cubría en 17 minutos aprox. Desde abril de este año, la distancia se duplicó (7 kms.), y hoy me toma entre 30-35 minutos de bajada y entre 38-42 minutos de subida.
Si ocupara el Metro, quizás demoraría menos. Un poco menos. 20 minutos en total, quizás. Pero el Metro de Santiago, especialmente a las horas puntas (y en verano), puede convertirse en una jaula sofocante que trato de evitar. Aburrido de que los buses del Transantiago pasaran frente al paradero sin detenerse, y cansado de observar cómo la evasión era pan de cada día, la bicicleta apareció como la alternativa perfecta. Y así ha sido.
Respecto a los prejuicios, esos que aparecen como preguntas al principio... si se dan cuenta, todos los "inconvenientes" planteados -por mis amigos y conocidos- son absolutamente superables y llevaderos, con un poco de esfuerzo y voluntad. Nada es tan terrible. Por ejemplo, ítem ropa... decidí dejar un par de tenidas (chaquetas, pantalones y zapatos) permanentemente en la oficina. Así, me muevo en una pinta más cómoda para pedalear, y tampoco transpiro las camisas. Cada día me llevo una camisa en un bolso lateral que me cuelgo al hombro. ¿Y en verano? Simple. Polera dri-fit, pantalón hasta la rodilla y un casco liviano con más aberturas que permita pasar el aire... se transpira igual, pero nada que no se pueda superar teniendo una toalla de mano en un cajón. Y listo! El resto son estructuras mentales que -lamentablemente- nos auto-bloquean.

Creo que cada vez serán más los santiaguinos que decidan dejar el auto y se dejen cautivar por la bici en trayectos urbanos menores a 10 kms. Ese kilometraje es la distancia más larga sugerida para moverse en bici por la ciudad. ¿Y el desnivel? Entre Tobalaba y La Moneda, la diferencia de altitud es sólo de 60 mts., por lo que la subida no es excusa. En todo caso, si la autoridad aumentara y mejorara las ciclovías existentes, claramente, la situación ya no se vería tan "sacrificada" y pasaría a ser mucho más "amigable" para quienes deciden irse a la pega en bici en este Santiago del siglo XXI.
Un abrazo a los actuales y a los/las futuro/as compedales.
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