lunes, 3 de noviembre de 2014

EN BICI POR EUROPA (capítulo VII)

De Amersham a Oxford



Amersham, a 60 km de Londres.

Luego del día más largo, vino uno de los mejores...

A la mañana siguiente, en la tienda de bicicletas de Amersham se demoraron menos de una hora en cambiar la pata de cambio rota e instalar una nueva Shimano Acera, la que me acompañaría sin problemas el resto del viaje. Eso sí, volvieron a insistirme en que algunos rayos de mi rueda trasera podían ceder en cualquier momento... por lo que decidí cambiarla cuando llegara a Gales. Si es que llegaba.

Detalle de la nueva "pata de cambio", una SHIMANO ACERA.


Me separaban cerca de 60 kms. desde Amersham a Oxford, por lo que me fui muy tranquilo después de la paliza que había sido el primer día. 




Tuve la suerte de encontrarme en el camino con Great Missenden, el pueblo donde Roald Dahl (el autor de Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate, My Uncle Oswald, entre otros) se radicó y escribió la mayoría de sus libros, y hoy existe un Museo en su memoria. 






El paisaje que me acompañó fue la bella y húmeda campiña inglesa, con un poco de lluvia a ratos y una que otra colina que tuve que subir con bastante esfuerzo. 







La llegada a Oxford fue a través de los canales...











Finalmente, fue un día muy importante para mí, porque ya no sufrí los dolores ni los calambres del primer día, y porque me di cuenta que más que llegar a la meta -en este caso, Oxford- lo importante era disfrutar el camino y el paisaje... y así lo hice.









martes, 19 de agosto de 2014

EN BICI POR EUROPA (capítulo VI)

El día más largo



Si pudiera volver a atrás, a ese 21 de abril de 2014, una cosa haría muy distinta: saldría de Londres en tren. Londres es una ciudad ENORME y sus vías de acceso y salida están diseñadas para el tráfico motorizado, no para las bicicletas (esto no es Holanda!). Encontrar el camino que me llevaría a Oxford sería un verdadero desafío. Una apuesta muy arriesgada y temeraria para el primer día. No sólo por el esfuerzo físico de pedalear por primera vez con más de 20 kilos de equipaje sino que también por hacerlo entre el incesante tráfico de la City.

Así que acá va mi primer consejo para futuros aventureros: es muchísimo más práctico tomarse un tren que te lleve a 40 o 50 kms de Londres y desde ahí empezar el viaje. En general, los trenes ingleses locales te permiten subir la bicicleta. La campiña inglesa aparece ya a las afueras de la ciudad y el tráfico motorizado disminuye ostensiblemente en comparación al "Gran" Londres.

Pero... el destino me tenía preparado que ese primer día sería el más duro de todos los que pasé pedaleando por Europa.

Ese 21 de abril -aparentemente- las cosas no salieron bien.  

Recién llevaba poco más de 2 horas de pedaleo, intentando salir de Londres, cuando al enfrentar una cuesta y pasar a un cambio más liviano, la pata de cambio del derraileur trasero se rompió. Tuve suerte, apenas sentí el sonoro "CRACK!" dejé de pedalear, lo que evitó que la pata se metiese en los rayos de la rueda trasera y hasta ahí llegara... pero era un hecho que no podía seguir pedaleando. La cadena estaba atascada y toda la pieza se veía como una madeja de eslabones metálicos. El tráfico pasaba a mis espaldas, así que tuve que hacerme a un costado para intentar arreglar el problema. Y vaya que tenía un problema! Como todas mis bicicletas en Santiago tienen el sistema de cambios interno, mi experiencia con el sistema de piñones era nulo. Claramente algo se había roto y eso había provocado que la cadena se replegara y se atascara... pero no podía entender cuál parte era la dañada. 

Un Derraileur SACHS HURET DUOPAR (francés) similar a éste era el que tenía la RALEIGH CLASSIC cuando salí de Londres. La pieza que se rompió es la que contiene a los dos engranajes, más conocida como la "pata de cambio".
Para empeorar la situación, recuerdo que empezó a llover con tutti. Así que ahí estaba, en los suburbios de Londres, en mi primer día de "viaje", con la bicicleta en panne y mojándome bajo la lluvia. Empecé a revisar las fotos que había sacado de la bicicleta los días anteriores para hacerme una idea de la forma de la pieza, pero nada... no lograba volver la cadena a su sitio. Llevaba más de 30 minutos en cuclillas y ya tenía los dedos negros con la grasa de la cadena cuando a mis espaldas escuché la voz de un hombre que me dijo "Are you OK, mate?"

Resultó ser otro ciclista. Disfrazado con casco, mallas y sobre una pistera. Le contesté que tenía un problema con mi derraileur trasero y el compadre, muy amablemente, se bajó de la bicicleta para intentar ayudarme. Empezamos a comparar mi pieza rota con la de su bicicleta y nos dimos cuenta cuál era la parte doblada. Después de casi 10 minutos de lucha con la pieza, logramos dejarla en una posición que me permitió enganchar un piñón y pedalear... El tipo (a estas alturas un verdadero ángel de la guarda) me recomendó una tienda de bicicletas que quedaba a 15 kilómetros, en un pueblo llamado Amersham.

Luego de agradecerle infinitamente su ayuda, calculé que lograría llegar a Amersham recién para cuando fueran las 8 pm, por lo que cualquier arreglo a la bicicleta debería esperar a la mañana siguiente. 

Cuando ya los calambres empezaban a atormentarme encontré un pub a las afueras de Amersham donde arrendaban piezas por noche. Ahí me quedé. En mi primer día de pedaleo había avanzado casi 60 kms, pero había conquistado algo mucho mayor: ante la adversidad, nunca desesperarse y siempre seguir adelante. La experiencia fue única y me dio la fuerza mental para nunca arrugar durante el viaje.

sábado, 16 de agosto de 2014

EN BICI POR EUROPA (capítulo V)

Londres



Llegué a Londres el martes 15 de abril de 2014. Me acompañaron 4 días seguidos de buen clima, todo un récord para la capital inglesa. Fue un buen augurio de lo que vendría.   

Mi plan era salir el lunes 21 de abril, por lo que tenía 5 días por delante para terminar de armar el equipo y revisar la bicicleta.

¿Qué cosas me faltaban?

  • Lo más importante: la bicicleta
  • Alforjas (dos pares)
  • Carpa
  • Colchoneta
  • Mapas

Inmediatamente me puse en contacto con la gente de SARBICI para retirar la bicicleta. Así fue como el miércoles 16 por la tarde, a las afueras de la estación de metro de Russel Square, me entregaron la Raleigh Classic 15... 

Cara de felicidad al recibir la Raleigh :)


Como podrán ver en la foto, la bicicleta estaba en buenas condiciones, pero era necesario hacerle varios ajustes: instalar neumáticos nuevos, cambiar la "T" por una más alta (así puedes pedalear en una postura más erguida), chequear el sistema de cambios, cambiar el sillín por el Brooks... etc.

Algunas cosas las hice yo y otras en una tienda en Islington, cercana al lugar donde me estaba alojando. Trabajaron bien y chequearon los componentes del motor (platos, bielas, derraileur delantero, cables de freno, piñones traseros), excepto por el derraileur trasero... pero esa historia vendrá luego. Lo que sí me advirtieron era que en algún momento debería cambiar la rueda trasera (llanta, eje y rayos), porque la actual estaba muy vieja y oxidada, y podía ceder con el peso que tendría que acarrear (yo peso 85-88 kilos, y en equipaje calculo llevaba 18 kilos... o sea más de 105 kilos! para una rueda de 30 años).

Otro elemento fundamental del equipo, que se repetía y que la mayoría de los cicloturistas recomendaban, eran las alforjas alemanas Ortlieb. 100% impermeables, durables y con un sistema muy simple para engancharlas a la parrilla de la bicicleta. Elegí el modelo Roller Classic y logré un buen precio por dos pares (delanteras y traseras). Cada alforja delantera permite llevar 12,5 litros de carga, las traseras 20 cada una, suficiente para mis cálculos (65 litros de volumen de carga en total). Aparte también compré una bolsa seca que resultó muy útil durante el viaje.

La Raleigh ya tomando forma con las alforjas delanteras y traseras, la bolsa seca sobre la parrilla trasera y el sillín Brooks instalado. Nótese también la nueva "T", más alta que la original con forma de "7".

En paralelo, aproveché de pasear por la bella Londres y empezar a acostumbrarme a lo que sería pedalear por el otro lado de la calle! Toda una experiencia, especialmente en las rotondas y cuando debes virar a la derecha...

Catedral de St. Paul, vista desde el río.
El barrio de Islington, NE de Londres.

A pedalear por la izquierda!

Denmark St., famosa por sus tiendas de instrumentos musicales.
Trafalgar Square, monumento al Almirante Nelson.

Pasajes estilo Londres.

El Museo Modern Tate, cruzando hacia el sur del Thames.

Vista del río Thames y de la London Eye.

Covent Garden Market.

Y así fue como el lunes 21 de abril de 2014, a eso del mediodía me hice a la aventura saliendo desde Islington con dirección a Oxford (82 kms de Londres)...



Primeros metros de los casi 2.100 kms...

Hasta pronto!







lunes, 4 de agosto de 2014

EN BICI POR EUROPA (capítulo IV)

El itinerario




Con casi 10 semanas por delante, el plan original era visitar los siguientes países:
  • Inglaterra (y Gales)
  • Irlanda
  • Francia
  • Bélgica
  • Holanda
  • Alemania, y
  • República Checa

Este itinerario implicaba tomar dos ferrys (Gales-Irlanda e Irlanda-Francia) y pedalear cerca de 2.500 kms. 
La primera etapa, sería por las islas británicas e Irlanda. Calculé que 3 semanas serían suficientes para completar este tramo... pero me quedé corto. Originalmente quería subir hasta el Norte de Gales y desde ahí cruzar a Dublín, pero sólo alcanzaría a recorrer el suroeste de Gales. Llueve bastante en primavera, aunque se supone que Mayo es el mes más seco por esta zona. Gales e Irlanda merecen mucho más que 3 semanas para recorrerlas, pero aconsejaría hacerlo en verano (julio-agosto). Será para la próxima.


La segunda etapa del viaje sería la etapa continental. Calculé que Francia me tomaría dos semanas. Bélgica y Holanda, 10 días. Alemania serían 14 días y República Checa, 5 días. También me quedé corto. Especialmente respecto a Bélgica y Holanda.

La etapa inglesa finalmente sería así: Londres-Oxford-Bath-Bristol-Cardiff-Swansea-Pembroke-St. David-Goodwick... y desde aquí tomé el ferry a Irlanda.








sábado, 2 de agosto de 2014

EN BICI POR EUROPA (capítulo III)

Un arito por NYC



Como no existen vuelos directos desde Santiago de Chile a Londres, y los pasajes vía LAN se empinaban sobre los USD$1,800 (escala Madrid o Frankfurt), aproveché las millas de LAN que tenía acumuladas para sacar gratis un ticket Santiago-NYC y luego desde NYC volar a Londres vía British Airways por USD$800. 

Además que siempre habrá una buena excusa para visitar a mis hermanos que viven en NYC hace ya algunos años. 

Así que, a principios de abril me embarqué con rumbo a la única e incomparable Nueva York. 




Los 6 días que pasé en NY fueron una gozada. Disfruté con mis hermanos y sobrinos, y -por supuesto- me pegué algunas escapadas en la bicicleta que me prestó mi cuñado, una preciosa Raleigh Classic Roadster americana. Acá algunas fotos:




Empire State Building desde New Jersey.
La versátil Raleigh americana, modelo Classic Roadster, en Central Park.



Un paseo junto a mi hermana por la ciclovía que recorre el costado oeste de Manhattan (acá vista hacia el suroeste).

Cruzando el Queensboro Bridge hacia Manhattan.

Central Park en primavera.
Vista de New Jersey desde Manhattan

Bryant Park

Skyline de Manhattan desde el ferry a Jersey City
Es interesante lo que está ocurriendo en Nueva York respecto al uso de la bicicleta. La comunidad ciclista neoyorquina se encuentra en plena campaña para instalar a la bicicleta en la ciudad -especialmente en Manhattan y Brooklyn- ganando más espacio dentro de las vías públicas. Se podría decir que el momento es similar al que estamos viviendo en Santiago de Chile.

La experiencia de pedalear en NY no es nada terrible si se mide con el estándar de un santiaguino, pero en comparación a ciertos países de Europa, aún están lejos. Existen pocas ciclovías y el tráfico de la city no invita a cualquier persona a pedalear por la calle. El paradigma de que los vehículos motorizados sean amos y señores de las calles (la "ley del más fuerte") es algo que los neoyorquinos quieren cambiar, y lo están haciendo...