lunes, 8 de octubre de 2012
Ciclismo-Zen
Convivir con el stress motorizado de Santiago puede desalentar a muchos/muchas a decidirse a tomar la bicicleta y dejar atrás días de agobio y frustración, ya sea en el auto o el transporte público (micro o metro).
Mi impresión es que si nos enfrentamos a esta realidad con un espíritu de paz y paciencia, podremos disfrutar mucho más la experiencia cletera en la capital, y nos evitaremos muchos malos ratos.
Por ejemplo, es normal que a la hora peak de la tarde (entre 18.00 y 20.00 hrs), al subir por la "ciclovía" del Parque Uruguay (el que bordea la ribera sur del Mapocho, paralelo a la Costanera A. Bello), los automovilistas copen y se queden "atorados" en los pasos peatonales y de bicicletas en los puentes Lyon y Los Leones. Pocos hacen un esfuerzo por permitir que tanto peatones como ciclistas puedan cruzar la atestada calle. La reacción natural sería decir "¿Cómo son tan %#¡...? antes de cruzar debieran haber previsto que su auto iba a tapar el cruce!" Muchos de los ciclistas que suben (o bajan) a esa hora, les alegan y los miran con cara de pocos amigos, lo cual es muy comprensible... pero, lo cierto es que no van a mover su auto, y la mayoría de las veces, tendremos que bajarnos de la bicicleta y sortear los vehículos, con la precaución que algún "vivo" no nos atropelle al doblar en segunda fila. La realidad es ésa. Y ustedes entenderán, que el plan no es convertirse en instructor de manejo ni en carabinero de tránsito, por lo que desde hace un buen tiempo, opté por asumir el poco respeto que nos tienen los automovilistas y sencillamente, perdonar su falta de delicadeza y cultura. Esto significa que: no me enojo, no les pongo mala cara ni los insulto... sencillamente, trato de ponerme en su lugar y me dan mucha pena ahí metidos en el taco.
¿Estoy siendo muy idealista? Quizás, pero luego de casi 2 años en bicicleta por Santiago, esta opción ZEN me ha dado buenos resultados. No he tenido ningún accidente, incidente, ni pelea ni nada por el estilo.
Sin embargo, de vez en cuando, nos topamos con algunos/as que nos llenan el vaso.
Me pasó la semana pasada. Esta vez por la mañana, bajando por el borde del río al llegar el Puente del Arzobispo. Tan pegados estaban los autos sobre el cruce de peatones (debidamente demarcado), que no podía pasar con mi bicicleta, y difícilmente pasaba caminando. Cuando miré a los ojos a la conductora (una mujer de unos 38-40 años) suplicándole que se echara un poco para atrás y así poder pasar, simplemente me ignoró. Como ya estaba al medio de la calle, y tenía todo mi derecho a cruzar, no me quedó otra que tomar mi bicicleta y cargarla al hombro, para así poder pasar entre el parachoques del auto de esta mujer y el de la que la antecedía... Mi sorpresa fue cuando al subirme a Maggie Mae al hombro, rocé con la rueda delantera el capó de su Subaru Legacy... El personaje me empezó a tocar la bocina con cara de enojo. No me quedó otra que mirarla y hacerle un gesto de que estaba loca... para seguir tranquilamente mi camino. Gente zafada se puede encontrar todos los días. Pero espero que con mi actitud se haya quedado pensando en su falta de respeto.
También la semana pasada, a eso de las 18.30 hrs. subiendo por Merced, casi al llegar a Miraflores, una camioneta repartidora se colgó a la bocina detrás mío (yo iba por la pista del medio). Al pasarme por la derecha, el tipo me gritó algo y pasó raudo... para 30 metros más allá tener que detenerse en la luz roja. Al llegar al semáforo, me puse al lado de la ventanilla del conductor y me dijo "Casi te atropello, anda por la vereda". Con la mejor cara, le dije que la Ley de Tránsito considera a la bicicleta un vehículo y, por lo tanto, debemos andar por la calzada, no por la vereda. Creo que mi tranquilidad al contestar lo sorprendió y bajó las revoluciones. Le desee suerte al dejarlo atrás en el taco cuando dieron la verde.
A lo que voy con estas dos anécdotas, es que siempre podremos optar por el camino fácil y dejar que se nos contagie la irascibilidad y agresividad con que conducen una parte de los automovilistas santiaguinos. Como ciclistas, creo que no debemos caer en esto. Nuestra mejor carta de credenciales es ser educados y no responder a la violencia con más violencia. ¿Es difícil lo que digo? Sí, porque uno a diario se topa con faltas de respeto que lo asombran, no sólo con nosotros, sino que entre los propios conductores.
Mi mensaje es que nos distingamos de la paranoia motorizada en que se ahogan nuestros congéneres automovilistas y le regalemos a nuestra ciudad el sentido común y la alegría que la bicicleta nos entrega todos los días. Porque... a fin de cuentas... por algo nos bajamos del auto y optamos por la bicicleta...!
:)
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